Entre las principales preocupaciones de alguien que se va a someter a un procedimiento estético suele estar el dolor y, sobre todo, cómo evitarlo. Hay que diferenciar tipos de dolores, es decir, no es lo mismo el dolor de un tratamiento con láser del que nos produce una inyección de carboxiterapia, o el dolor tipo quemazón que producen los ultrasonidos del dolor tipo escozor frío que produce la inyección de toxina botulínica, ácido hialurónico o mesoterapia.
También hay gran variedad personal en la manera de sentir dolor. Están las personas a las que un mínimo roce en la piel les duele, es decir, tienen un umbral de dolor muy bajo, y otras con umbral más alto que toleran bien los tratamientos. Entre estos dos extremos podremos encontrar al 95% de la gente. Que una persona sea más o menos sensible va a depender de su umbral de dolor y de la preocupación o ansiedad con la que se enfrenten al dolor. Es decir, una persona con un umbral del dolor bajo, pero con una situación de bajo estrés mental (bien sea porque sabe cómo es el tratamiento y, por tanto, sabe que el dolor es poco intenso o de corta duración, o bien, porque esté “mentalizado”) no lo pasará mal. Sin embargo una situación de “miedo a lo que me van a hacer», convertirá un tratamiento estándar en una mala experiencia.
Pero la verdadera pregunta no es “¿cómo es el dolor?” si no, ¿cómo minimizamos el dolor en tratamientos de medicina estética?:
- Tratamiento oral: Un Paracetamol de 500 mg tomado una hora antes hará que el tratamiento sea menos molesto. Además, las personas muy ansiosas pueden tomar té u otras bebidas con efecto relajante. Otra opción en casos de máxima ansiedad serían los ansiolíticos (benzodiacepinas), siempre pautadas por un médico.
- Tratamiento tópico: probablemente la más importante de todas las medidas para minimizar las molestias de los tratamientos estéticos es la aplicación de pomada de EMLA que es un anestésico cuyo efecto va a depender de la zona a tratar. Las mucosas (por ejemplo los labios) tardan poco tiempo, aproximadamente 10 minutos en quedar anestesiados. La piel tarda más, al menos 20 minutos. Se trata del anestésico más fácil de aplicar y que más utilizamos en nuestra práctica habitual.
- Tratamiento inyectado: es la medida más eficaz aunque no está indicada para todo tipo de tratamiento. La inyección de Lidocaína, un anestésico local de rápida acción (segundos) y duración variable entre 45 minutos y una hora, convierte algunos tratamientos que serían dolorosos en totalmente confortables. Se utiliza cuando queremos hacer una herida en la piel para inyectar sustancias como el ácido hialurónico, hidroxiapatita cálcica o los hilos tensores.
- Otras medidas: las llamaremos medidas “físicas” e incluyen básicamente dos: el frío local y la distracción. En cuanto al frío, consiste en poner frío unos segundos antes de tratar la zona, subiendo el umbral del dolor. Su efecto desaparece casi de inmediato así que el médico debe actuar rápidamente. En cuanto a las medidas de distracción, las hay desde hablar con el médico o los auxiliares sobre un tema interesante para centrar nuestros pensamientos en algo diferente hasta apretar una pelota anti stress con la mano.
En resumen:
- El dolor en medicina estética normalmente no es muy intenso y va a depender de varios factores entre los que se encuentra el umbral del dolor del paciente y de su nivel de ansiedad.
- Para minimizarlo o eliminarlo hay distintas medidas, que en muchas ocasiones combinamos, para hacer del tratamiento estético una experiencia agradable.
- Uno de los objetivos de todo Médico es conseguir que el paciente se encuentre a gusto, con lo que correcto tratamiento analgésico (del dolor) basado en el uso de crema de EMLA, de manera aislada o asociada a otras medidas, permitirá realizar casi todos los procedimientos en Medicina Estética sin problemas.