Son muchas las mujeres que vienen a preguntar por diversas soluciones a su celulitis, haciendo referencia a si es posible solucionarla con una liposucción de las zonas afectas. Esta duda, bastante frecuente, es importante aclararla antes de someterse a este tipo de intervención.
La liposucción supone la aspiración de grasa de forma percutánea a través de pequeñas incisiones, realizada bajo anestesia general o con anestesia local de la zona a liposuccionar si ésta es pequeña. Es una técnica aparentemente sencilla pero que, cuando supone un gran área corporal, puede tener importantes repercusiones. Para su realización se procede a la infiltración de gran cantidad de volumen para desestructurar el tejido graso y posteriormente se realiza una aspiración de este fluido junto con la grasa en exceso. En ocasiones se utiliza como parte combinada de otras técnicas, como abdominoplastias o braquioplastias, en las que se realiza una pasada de liposucción previa a la cirugía para mejorar la preservación vascular y linfática, que puedan verse dañadas si la cantidad a resecar es excesiva.
La liposucción es sobretodo efectiva en acúmulos grasos localizados ( lipodistrofia selectiva) , siendo lo más demandado a nivel de las conocidas “cartucheras”, con unos resultados muy satisfactorios. Suelen ser zonas resistentes a la pérdida de peso, al ser acúmulos fijos, muchas veces con carácter genético. Sin embargo, su objetivo no es otro que el de eliminar depósitos grasos, no solucionar problemas cutáneos. La celulitis es consecuencia de una alteración en el drenaje de líquidos a nivel de la piel, por lo que una liposucción no tendría como objetivo la eliminación de la misma. Si bien es verdad que con la disminución de los depósitos grasos la piel tiende a retraerse y amoldarse a la nueva situación, las irregularidades producidas por la celulitis muchas veces no desaparecen, e incluso, pueden notarse más debido a la flaccidez secundaria a la liposucción. Esto último es importante tenerlo en cuenta a la hora de someterse a este tipo de cirugía, para no tener una falsa expectativa con algo que, de antemano, sabemos que puede no mejorar, sino incluso empeorar.
El tratamiento para la celulitis consiste en cremas, procedimientos percutáneos (mesoterapia, carboxiterapia), radiofrecuencia, ultrasonidos y el láser infrarrojos. Todos ellos generan una edematización de planos dérmicos y subcutáneos, por lo que producen una mejoría temporal, sin embargo, ninguno ha demostrado eliminar la celulitis de manera definitiva.